El deporte universal, sin lugar a dudas, es el fútbol. Hay algunos países donde este deporte es la médula espinal que surte de energía a todas sus sociedades. También hay otros países donde es un deporte secundario pero no por ello menos importante. Un elemento común en todos ellos es la existencia de barras bravas de fanáticos, particularmente en los clubes de fútbol más importantes.
El fútbol es pasión y es normal que haya grupos que sean los más fanáticos de todos, que vayan constantemente a los estadios y que sigan al equipo a cada momento. Sin embargo, muchos de estos grupos de fanáticos se han constituido en barras bravas que representan lo peor de los valores deportivos, al participar en actos criminales, vincularse con grupos extremistas de uno u otro lado del espectro político y atacar a los fanáticos y las barras de otros equipos.
¿Cómo combatirlos?
En el Reino Unido, y más específicamente, en Inglaterra, el problema de los hooligans, como fueron conocidos, adquirió mucha relevancia. Como consecuencia de los actos violentos organizados por ellos, el fútbol inglés se vio suspendido parcialmente de su participación con público en el resto del fútbol europeo.
La forma en la que los hooligans pasaron a segundo plano llevó mucho tiempo y también, un esfuerzo multidisciplinario. Para comenzar, el primer enfoque fue policial: los organismos de seguridad se vieron en la necesidad de empezar a estudiar a las barras bravas como potenciales asociaciones criminales y desde ahí, comenzar a desarticularlas y a procesar a quienes habían sido responsables de crímenes.
Muchos de los hooligans no fueron procesados penalmente, pero sí recibieron una pena de no poder volver a visitar un campo de fútbol inglés más nunca en sus vidas. Eso fue desarticulando a estos grupos radicales, que enfrentaron consecuencias también con los equipos, que rechazaban su presencia en los estadios.
Construir una fanaticada más humana
Por culpa de las barras bravas en el fútbol, miles de fanáticos deciden no acercarse a los estadios, por temor a los desmanes que ellas pueden provocar. Ahí es donde cada club de fútbol tiene una responsabilidad importante, pues de ellos depende que la asistencia a los estadios sea lo más favorable posible y que además, sea responsable y no se cometan ningún tipo de acciones en contra de los asistentes.
Para un club, un objetivo esencial es deslastrarse de la barra brava como una representación del equipo e incentivar a las familias a asistir a los espacios del equipo a demostrar que el fútbol no es una cuestión de radicalismos, sino de personas apasionadas por el deporte rey. Además, debe existir un rechazo social hacia la fanaticada que comete excesos y que ensucia el nombre del equipo para todos.
Los clubes locales de fútbol: comunidad de amor verdadero
En Europa y todo el mundo hay países que tienen cientos de clubes de fútbol en sus ligas internas. Siempre, en las primeras divisiones, existen grandes clubes que son los que constantemente ocupan las posiciones de campeones y subcampeones, así como las clasificaciones a las competiciones europeas o continentales, según sea el caso.
Pero también existen clubes locales, con mucho arraigo en las comunidades y en los que existe una representación fuerte del lugar de donde son. En muchos casos, los clubes locales, de pequeñas ciudades, suelen participar en la Tercera División, o con suerte, en la Segunda. Cuando alguno logra la hazaña de alcanzar la Primera División es un hecho verdaderamente notable que necesita de reconocimiento.
Además, muchos de estos clubes pequeños, con los años y mucha inversión, pueden transformarse en grandes. Lo más importante es no perder ese amor verdadero que tienen con su comunidad.
Copas: oportunidad de brillar
En los países se suelen realizar dos tipos de competiciones de fútbol: la liga, donde los equipos participan ganando puntos y la copa, donde los equipos juegan en un formato de eliminación directa. Precisamente en la copa es donde los equipos de divisiones inferiores tienen la oportunidad de enfrentarse de forma directa con equipos de otras divisiones y así, demostrar su potencial.
No existe mejor palestra para un equipo de segunda o tercera división que estar compitiendo ida y vuelta en la copa de su país contra uno de los grandes. Aunque probablemente el resultado sea una derrota por la diferencia de plantillas, siempre el juego será de once contra once y todo puede pasar.
Planes de desarrollo locales
Los equipos que suelen representar a pequeñas ciudades o incluso pueblos tienen un compromiso gigante; son la razón por la que muchas personas van a reconocer a sus localidades. Ante eso, los equipos locales pueden fungir como facilitadores de tareas de desarrollo local, al financiar proyectos, siempre que sea posible económicamente, así como fomentar el turismo y la asistencia al estadio local,
Los equipos de fútbol del medio rural y de las ciudades pequeñas y aisladas se convierten en una especie de embajadores de la zona y en ellos reside también, de forma indirecta, cierta representación con el lugar.